domingo, 27 de junio de 2010

Jueves 20 de mayo de 2010
Marcha de pueblos originarios a Plaza de Mayo

La plaza plurinacional

Más de 15 mil representantes de los pueblos originarios, que llegaron a esta capital desde diferentes puntos del país, confluyeron en el Obelisco para marchar a Plaza de Mayo. Sus representantes se reunieron con la presidente Cristina Fernández de Kirchner para pedirle la restitución de sus tierras y el reconocimiento de sus culturas en un Estado plurinacional.


La Plaza de Mayo los estaba esperando vestida de celeste y blanco para llenarse de colores. La cita era a las 13 en el Obelisco pero las columnas llegaron cerca de las 16. Para tan largo viaje, era poca la demora. Los pueblos originarios, representantes de diversas naciones preexistentes a la llegada de los españoles, marcharon desde diferentes puntos del país (como La Quiaca, Resistencia, Formosa, Neuquén y Mendoza) para plantar sus reclamos en el centro del poder político nacional.
En vísperas del fin de semana largo en conmemoración del Bicentenario de la Revolución de Mayo, el microcentro carecía del ajetreo de los días laborales, pero conservaba sus imponentes edificios y las pantallas gigantes que suelen distraer a los automovilistas en la intersección de las Avenidas 9 de Julio y Corrientes. Entre los rascacielos, ingresaron al microcentro los integrantes de más de 30 naciones indígenas con sus vestimentas típicas y sus banderas a cuadros multicolores montadas en palos de caña de azúcar, que se entremezclaban con otras banderas celestes y blancas de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y de Madres de Plaza de Mayo. La columna fue avanzando al compás de charangos, erkes (cuernos adornados con telas y pieles), zikus y cascabeles de pezuñas.
Cerca de las 17, los manifestantes llegaron a la plaza ingresando por Diagonal Norte. Las ancianas más representativas de las diferentes comunidades se acomodaron en el palco en sillas, de cara a los manifestantes y permanecieron allí las dos horas que duró el acto. Mientras tanto, una delegación encabezada por caciques y dirigentes de las comunidades ingresó a la Casa Rosada para plantear sus reclamos al Gobierno. La reunión alentaba las expectativas de un anuncio oficial en respuesta a sus reclamos.
En el fondo del escenario, una bandera verde y roja llevaba inscripta la consigna de la marcha: “Caminando por la Verdad, hacia un Estado plurinacional”. Los oradores fueron pasando a hablar por el micrófono dispuesto a un costado del escenario. Desde allí, agradecieron en varias oportunidades a Milagro Sala, dirigente de la organización Tupac Amaru y principal promotora de la marcha. En un testimonio sumamente emotivo, la voz quebrada de Patricia Alejandra Cruz -joven oriunda de Maimará, Jujuy- denunció la discriminación y saludó la unión acanzada en esta experiencia de viaje y lucha: “Hemos sido discriminados durante años. Ahora sé que no estoy sola. Sé que tengo hermanos, me he encontrado con todos ellos.”
Los oradores exigieron la restitución de las tierras que corresponden a los pueblos originarios y denunciaron la contaminación del medio ambiente: “Que se termine la minería a cielo abierto y la fertilización con agroquímicos”, dijo Techi, de la nación Comechingones. Luego, leyó el documento consensuado entre las comunidades que participaron de la marcha. “Queremos leerlo para que no quede, como tantas cosas, ahí encerrado”. Se refería a la Casa de Gobierno, donde transcurría la reunión en la cual se depositaban las expectativas de un anuncio oficial que respondiera a alguna de sus demandas. Entre los reclamos estuvieron la derogación del feriado del 12 de octubre y el reconocimiento de las lenguas originarias como lenguas oficiales del Estado. Algunos discursos se pronunciaron en Aymara y muchos de ellos terminaban con un saludo: Jallalla Pueblos originarios. “Jallalla significa que te vaya bien hermano”, explica Daniel Arjona, un docente que vive en el Barrio Tupac Amaru de San Salvador de Jujuy, mientras saca fotos a la Casa Rosada. “Esto siempre lo vemos por televisión”. Era la primera vez que veía la Casa de Gobierno y pisaba la histórica Plaza de Mayo. Con orgullo, mostraba las fotos de su paso por Córdoba y Rosario, donde los habían tratado muy bien. “Siempre las conocimos de noche, porque de día estuvimos viajando, mañana ya nos volvemos porque una semana afuera es mucho”. Para Daniel, quedaba claro que el viaje había valido la pena. Se llevaba en su cámara digital, una parte de la historia y el territorio argentino del que aún reclama formar parte.
A las 19, las mujeres que ocupaban el escenario fueron levantándose para dejar lugar a grupos musicales que dieron inicio al festival con carnavalitos y chacareras. Arriba y abajo del escenario, personas de todas las culturas amenizaron la espera bailando. Una espera que de otra manera se hubiera hecho larga, debajo de la llovizna y mientras caía la noche.
Finalmente, a las 21.30 salieron de la Casa Rosada los delegados. Milagro Sala explicó que se establecería una agenda de diálogo para debatir las propuestas que habían llevado los pueblos originarios y plasmarlas en iniciativas parlamentarias. Por ahora, volverían a casa con una gran experiencia vivida pero con las manos vacías de respuestas concretas a sus demandas. Sin embargo, Daniel ya lo sabía. Hacía unos instantes había dicho: “Este es sólo el comienzo de un largo viaje”. Un largo viaje para que esta Nación que cumple 200 años reconozca los colores que en este día inundaron su histórica plaza y se asuma de una vez por todas como un Estado Plurinacional. Para que también la patria se pinte de colores.