miércoles, 15 de agosto de 2012

La sala Alberdi festeja dos años de resistencia




La sala Alberdi festeja sus dos años de toma y autogestión

El espacio cultural del sexto piso de Sarmiento 1551, a la vuelta del Teatro San Martín, festeja este viernes  sus dos años de resistencia contra el intento de cierre y privatización por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Y lo festeja con mucho, mucho arte. 
Así es que este viernes 17 de agosto se realizará un festival que incluye la realización de una FLIA (Feria del Libro Independiente y Autogestiva) en el lugar a partir de las 10 de la mañana. Como de costumbre, la feria tendrá también expresiones de artes plásticas y visuales. Acompañará el evento una radio abierta y habrá serigrafía, de manera de que quien quiera dejar grabado el recuerdo de este día en su remera no tiene más que llevarla.
Para hacer visible el conflicto, el festival no se quedará tras los muros sino que saldrá a la calle con intervenciones artísticas en puntos neurálgicos de la ciudad como Callao y Corrientes donde empieza el recorrido a las 13.30 hs. Luego de pasar por el Juzgado y la Legislatura, llegarán a Florida y Corrientes a las 15, para volver a Callao y Corrientes a las 16.30 hs.
Por último a las 19 hs. habrá una proyección rememorando los dos años de lucha, seguida de una varieté con la misma temática. 
El cierre es a toda fiesta con bandas en vivo entre las cuales se presentarán Cachengue y sudor, Alerta Pachuca, La Joven Guarrior, La revuelta y Anarkumbia. 
En la Sala Alberdi confluyeron desde 1990 los talleres oficiales organizados por el GCBA y por otro, una programación de espectáculos a la gorra administrados por una cooperativa. Sin embargo, desde 2006 un proyecto de reforma amenaza con hacer desaparecer el espacio con las características actuales para convertirlo en una oportunidad de explotación para actividades culturales privadas. Es el motivo de la resistencia y la resistencia, que ya lleva dos años, es el motivo del  festejo. 

viernes, 20 de enero de 2012

EL DELTA EN LA MIRA DE LOS NEGOCIOS INMOBILIARIOS


EL DELTA EN LA MIRA DE LOS NEGOCIOS INMOBILIARIOS

Defendiendo el paraíso (antes de perderlo)

El rechazo a la construcción de la isla privada Colony Park logró la suspensión de las obras de barrios privados en el Delta, hasta tanto se reglamente un Plan de Manejo Ambiental para que estas construcciones no afecten el ecosistema

El Delta del Tigre es una especie de paraíso natural que sobrevive, a pesar de la contaminación,  a pocos kilómetros de Buenos Aires y a orillas de la zona norte del conurbano bonaerense. Este paisaje hasta hace poco era habitado, exclusivamente, por productores de mimbre, feriantes del puerto de frutos, y cultores de los deportes náuticos. Desde hace una década, comenzó a estar en la mira de constructoras que, mediante la edificación de barrios privados, amenazan cambiar el paisaje y alterar el ecosistema.
Estos emprendimientos inmobiliarios generaron una contundente oposición en los vecinos del lugar y organizaciones ambientalistas, agrupadas en la Asamblea del Delta y Rio de la Plata. A mediados de este año, la Asamblea consiguió frenar la construcción de uno de estos megaemprendimientos, la isla privada Colony Park, que planeaba edificarse sobre 360 hectáreas pertenecientes a la Primera Sección del Delta. Bajo presión de la Asamblea, el Municipio de Tigre interpuso una medida cautelar que suspende este tipo de edificaciones en la zona hasta tanto se dicte un Plan de Manejo Ambiental que reglamente la construcción de este tipo de emprendimientos. Para esto, el intendente Sergio Massa convocó a la Fundación Metropolitana y a expertos universitarios de la UTN, para elaborar las normas que deberían seguir las construcciones para no dañar el ecosistema isleño.

Isla Privada, prohibido pasar
Llegando a la costa norte del Rio de la Plata en el Tigre, los verdes y marrones propios de la zona ya empiezan a cambiar el aire. Los espacios verdes son considerablemente más extensos que en la Ciudad de Buenos Aires, y las casas bajas predominan por sobre los altos edificios. El terreno que estaba destinado a la construcción del Colony Park está emplazado frente a la costa de San Fernando, pero pertenece a la Primera sección del Delta, dependiente del Partido de Tigre. Desde el Club Náutico Marina del Norte se puede divisar parte de la isla, tras los muelles en donde las modernas embarcaciones esperan el paseo de rigor del fin de semana. Pero no se accede allí más que a través de botes o lanchas privadas, ya que no pasan lanchas colectivas.
La primera sección del Delta suele utilizarse los fines de semana como espacio de recreación turística y náutica. Allí también habitan productores, recolectores y artesanos que trabajan el mimbre y la madera, productos que luego se venden en el Puerto de Frutos. Pero, desde hace poco más de una década, la zona está recibiendo nuevos vecinos de alto poder adquisitivo, atraídos por la construcción de barrios privados en medio de este agradable paisaje. Lo que no saben – o no preguntan-  estos nuevos vecinos es el costo ambiental de esta comodidad. ¿Será que están siendo cómplices de la destrucción de la misma belleza natural que añoran?

Los ignorados I: los pobladores
La Isla Colony Park estaba diseñada para convertirse en un barrio privado de 360 hectáreas de Delta, irrigado por ríos y canales. Un exuberante jardín que en su Página Web ofrece “tranquilidad, seguridad y confort” y una “mejor la calidad de vida” a pocos minutos de la gran ciudad pero a salvo de su ruido infernal. Sin embargo, para lograr ese jardín paradisíaco el proyecto no pareció reparar en la existencia de habitantes en esos terrenos, mucho menos en la calidad de vida de los isleños. Sofía Astelarra, que vive en la Primer Sección, cuenta que las personas que vivían en las tierras donde se emplazaría Colony Park “un día fueron a trabajar y cuando volvieron, sus casas habían sido destruidas con topadoras; alguna de esas familias vivían hace más de 50 años en la zona”, remarca. Este episodio fue el que dio pie al inicio de las acciones públicas contra las pretensiones de la constructora.

Los ignorados II: el medio ambiente
En su mayor parte, los habitantes de las islas trabajan el mimbre y venden sus productos en el Puerto de Frutos de la estación fluvial de Tigre. La conservación del medio ambiente es vital para la continuidad tanto de su trabajo, como de las actividades turísticas, la otra actividad económica que predomina. Pero el ecosistema isleño sería otro de los ignorados por el proyecto inmobiliario. El Ingeniero Ambiental Eduardo Giménez elaboró junto a su colega Eduardo Noblia, un Estudio de Impacto Ambiental sobre la construcción de Colony Park. Mientras daba sus clases de matemática en el Bachillerato Popular Raíces del barrio Las Tunas de Tigre, explicaba que “de las variables analizadas en el estudio, casi todas están en rojo, indicando un peligro ambiental alto. Por lo cual, cualquier político al leer el informe debería desistir de permitir las obras”. Los principales afectados serán los recursos hídricos, la flora y fauna autóctonas, y los suelos. “La importancia ambiental de los impactos asociados a las acciones de construcción sobre el suelo alcanza un valor negativo alto”, indica el informe. No solamente se removerán tierras y arroyos para relleno, se crearían lagunas artificiales, sino que se planeaba construir carreteras de acceso para los vehículos.
Otro de los factores ambientales afectados es el agua. Los arroyos de la zona ya han sido castigados por la contaminación que producen las industrias automotrices y alimenticias. A pocos metros del Bachillerato donde el Ingeniero Gimenez da clases, el Arroyo Las Tunas despide un olor difícil de respirar. Como en otras industrias, en la construcción de grandes superficies, la peor parte se la llevan los recursos hídricos abundantes en la zona, como los humedales y arroyos que surcan estas tierras. Los humedales son los que mantienen el equilibrio del ecosistema isleño, permitiendo desarrollarse a la flora y fauna de la zona, de la cual no sólo dependen las actividades económicas y el turismo, sino también la salud y alimento de los isleños.
El Delta cuenta con filtros naturales que conservan la pureza de las aguas y mantienen el equilibrio vital para flora y fauna. En caso de afectarse, empeoraría la contaminación del agua que ya es preocupante en las poblaciones cercanas, informa  Eduardo Gimenez. El informe del que es coautor indica que el proyecto Colony Park “se halla emplazado en la ribera del arroyo Canal de Vinculación y Río Luján, lo que implica que se deba evitar la realización de acciones en sus cercanías, acciones que en forma directa o indirecta puedan afectar por contaminación”.
Por lo pronto, las consecuencias del inicio de las obras en la isla ya son comprobables en el arroyo Anguilas. “Se cambió el curso del río –cuenta Sofía- y el arroyo Anguilas no es más como era, se ensanchó, se dragó”. El aumento de la profundidad del arroyo se debe a que se utilizan sus sedimentos para rellenar las tierras de la costa y hacerlas menos inundables. “A partir de la construcción de Nordelta- también en Tigre- el countrie más grande del país, se cambió el régimen de zonificación y se permitió este procedimiento de relleno de tierras. Con ese antecedente, las construcciones que vinieron después hicieron lo mismo”. Como consecuencia, los barrios lindantes, de menor poder adquisitivo y mayor densidad poblacional, se tornan más inundables, gracias al desnivel del suelo.
Con el mismo objetivo de hacer productivas tierras inundables se colocan murallas o terraplenes. De esta manera, se modifica el funcionamiento natural del río, ya que en vez de amenguarse su impulso en las orillas por acción de los abundantes juncos, el agua choca contra los terraplenes. Esto dificulta la navegación con embarcaciones pequeñas y medianas: el tipo de embarcaciones que usan los isleños, actuales habitantes de la isla. Los destinados a perder en esta ecuación, diría Eduardo a sus alumnos de matemática.  

En defensa del Delta
Sofía Astelarra, quien participó de las actividades de la Asamblea, explica que la lucha contra Colony Park llevó casi cuatro años. Hasta que se consiguió la paralización de las obras, estas continuaron y las consecuencias ya se aprecian. “El conflicto viene desde el año 2008 pero mientras tanto, siguieron avanzando con las obras, con consecuencias inconmensurables que tomará años en recuperarse", lamenta Sofía. La Asamblea realizó múltiples acciones contra el proyecto: solían reunirse en la estación de tren todos los domingos, discutían los pasos a seguir y difundían el conflicto: “Después de la asamblea poníamos proyecciones para contar lo que estaba pasando en el Anguilas, porque varios grupos hicieron videos documentales sobre el arroyo y sobre Punta Querandí, un espacio arqueológico amenazado también por la construcción de un countrie y hasta se hizo una caravana por el río.
Pero el hecho decisivo fue la Audiencia Pública del 1 de Julio de 2011, en la cual consiguieron que la Municipalidad de Tigre y el Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable (OPDS) escucharan sus reclamos. “En realidad, la Audiencia Pública es una cuestión normativa que estaba prevista en la legislación pero nunca se hacía porque nadie la pedía”, dice Sofía. La polémica que desató Colony Park, llevó a que la OPDS solicitara esta instancia. De ella, participaron tanto funcionarios -de ese organismo y del Municipio de Tigre, San Isidro y San Fernando - como vecinos, especialistas en Medio Ambiente y organizaciones ecologistas, quienes se pronunciaron contra el proyecto. La empresa COLONY PARK SA envío como representante a la Bióloga Laura Janeiro, quien había firmado el Informe de Impacto Ambiental que presentó la compañía para solicitar el permiso de edificación. Al cabo de 8 horas de deliberación, este informe fue denegado por la Dirección Provincial de Recursos Naturales, amparándose en la Ley 11723. Luego de esta audiencia, el Intendente Sergio Massa presentó un recurso de amparo para suspender este tipo de obras hasta tanto no se reglamente el Plan de Manejo Ambiental del Delta. Actualmente este tipo de construcciones están suspendidas y los asambleístas se muestran conformes ¿Victoria o tregua? El tiempo lo dirá.


UNA BICOCA
Las tierras en donde se edificaría el barrio Privado Colony Park fueron adquiridas en los años 90. Los vecinos afirman que el costo de las 360 hectáreas fueron 30000 pesos de aquel entonces. Tanto Sofía y Eduardo, como las fuentes periodísticas consultadas confirman esa versión. Aun haciendo la conversión a dólares, por la convertibilidad que regía en ese entonces, se trata de un precio inferior a lo que hoy cuesta un departamento de dos ambientes en la Ciudad de Buenos Aires. Lo más grave es que se trataba de tierras fiscales, por lo cual no deberían haber sido vendidas, lo cual hace dudosa la legalidad de esa adquisición, más cuando esas tierras estaban habitadas.
“En los 90 esa tierra no valía nada. Ahora comprar en el Tigre te sale caro porque se valorizó, pero a partir del 2000”, explica Sofía. No recuerda bien a cuanto se ofrecían los lotes del Colony Park, que hoy indica tener un 72% de lotes vendidos, pero si está convencida de que eran precios irrisorios en relación al costo que tuvieron esas hectáreas, compradas a sólo $83 pesos/ dólares por hectárea. Un negocio redondo, pero irregular, como una isla.
 

AGUA QUE HAS DE BEBER
Eduardo Gimenez está realizando su tesis de Maestría en Ingeniería Ambiental sobre la contaminación del agua en el Partido de Tigre. Se trata de un extenso informe del estado de los arroyos que surcan los barrios, como Las Tunas y zonas adyacentes a General Pacheco. Los arroyos que circulan por las localidades son afectados no solamente por las grandes construcciones sino que han sido castigados por las industrias automotriz y alimenticia presentes en la zona. Ford, Volkswagen y Suchard son algunas de las fábricas que arrojan sus contaminantes en el Delta. Sin embargo, lo que agrava la contaminación es la gran cantidad de agua que consumen estas fábricas, lo cual genera un “efecto bomba, una presión que altera el nivel piezométrico lo que provoca el cambio de curso de los ríos y arroyos. Esto hace que los contaminantes vayan hacia las poblaciones, en vez de alejarse de los centros poblados. Este barrio, donde Eduardo da clases, se encuentra en la periferia del barrio privado Nordelta, uno de los primeros instalados en la zona, y que sentó precedente para las actuales construcciones.