EL DELTA EN LA MIRA DE LOS NEGOCIOS
INMOBILIARIOS
Defendiendo el paraíso
(antes de perderlo)
El
rechazo a la construcción de la isla privada Colony Park logró la suspensión de
las obras de barrios privados en el Delta, hasta tanto se reglamente un Plan de
Manejo Ambiental para que estas construcciones no afecten el ecosistema
El Delta del Tigre es
una especie de paraíso natural que sobrevive, a pesar de la contaminación, a pocos kilómetros de Buenos Aires y a
orillas de la zona norte del conurbano bonaerense. Este paisaje hasta hace poco
era habitado, exclusivamente, por productores de mimbre, feriantes del puerto
de frutos, y cultores de los deportes náuticos. Desde hace una década, comenzó
a estar en la mira de constructoras que, mediante la edificación de barrios
privados, amenazan cambiar el paisaje y alterar el ecosistema.
Estos emprendimientos
inmobiliarios generaron una contundente oposición en los vecinos del lugar y
organizaciones ambientalistas, agrupadas en la Asamblea del Delta y Rio
de la Plata. A
mediados de este año, la
Asamblea consiguió frenar la construcción de uno de estos megaemprendimientos,
la isla privada Colony Park, que planeaba edificarse sobre 360 hectáreas pertenecientes
a la Primera Sección
del Delta. Bajo presión de la
Asamblea, el Municipio de Tigre interpuso una medida cautelar
que suspende este tipo de edificaciones en la zona hasta tanto se dicte un Plan
de Manejo Ambiental que reglamente la construcción de este tipo de emprendimientos.
Para esto, el intendente Sergio Massa convocó a la Fundación Metropolitana y a expertos
universitarios de la UTN,
para elaborar las normas que deberían seguir las construcciones para no dañar
el ecosistema isleño.
Isla
Privada, prohibido pasar
Llegando a la costa
norte del Rio de la Plata
en el Tigre, los verdes y marrones propios de la zona ya empiezan a cambiar el
aire. Los espacios verdes son considerablemente más extensos que en la Ciudad de Buenos Aires, y
las casas bajas predominan por sobre los altos edificios. El terreno que estaba
destinado a la construcción del Colony Park está emplazado frente a la costa de
San Fernando, pero pertenece a la
Primera sección del Delta, dependiente del Partido de Tigre.
Desde el Club Náutico Marina del Norte se puede divisar parte de la isla, tras
los muelles en donde las modernas embarcaciones esperan el paseo de rigor del
fin de semana. Pero no se accede allí más que a través de botes o lanchas
privadas, ya que no pasan lanchas colectivas.
La primera sección
del Delta suele utilizarse los fines de semana como espacio de recreación
turística y náutica. Allí también habitan productores, recolectores y artesanos
que trabajan el mimbre y la madera, productos que luego se venden en el Puerto
de Frutos. Pero, desde hace poco más de una década, la zona está recibiendo
nuevos vecinos de alto poder adquisitivo, atraídos por la construcción de
barrios privados en medio de este agradable paisaje. Lo que no saben – o no
preguntan- estos nuevos vecinos es el
costo ambiental de esta comodidad. ¿Será que están siendo cómplices de la
destrucción de la misma belleza natural que añoran?
Los
ignorados I: los pobladores
La Isla Colony Park
estaba diseñada para convertirse en un barrio privado de 360 hectáreas de
Delta, irrigado por ríos y canales. Un exuberante jardín que en su Página Web
ofrece “tranquilidad, seguridad y confort” y una “mejor la calidad de vida” a
pocos minutos de la gran ciudad pero a salvo de su ruido infernal. Sin embargo,
para lograr ese jardín paradisíaco el proyecto no pareció reparar en la
existencia de habitantes en esos terrenos, mucho menos en la calidad de vida de
los isleños. Sofía Astelarra, que vive en la Primer Sección, cuenta que las
personas que vivían en las tierras donde se emplazaría Colony Park “un día
fueron a trabajar y cuando volvieron, sus casas habían sido destruidas con
topadoras; alguna de esas familias vivían hace más de 50 años en la zona”,
remarca. Este episodio fue el que dio pie al inicio de las acciones públicas
contra las pretensiones de la constructora.
Los
ignorados II: el medio ambiente
En su mayor parte,
los habitantes de las islas trabajan el mimbre y venden sus productos en el
Puerto de Frutos de la estación fluvial de Tigre. La conservación del medio
ambiente es vital para la continuidad tanto de su trabajo, como de las
actividades turísticas, la otra actividad económica que predomina. Pero el ecosistema isleño sería otro de los
ignorados por el proyecto inmobiliario. El Ingeniero Ambiental Eduardo
Giménez elaboró junto a su colega Eduardo Noblia, un Estudio de Impacto
Ambiental sobre la construcción de Colony Park. Mientras daba sus clases de
matemática en el Bachillerato Popular Raíces del barrio Las Tunas de Tigre,
explicaba que “de las variables analizadas en el estudio, casi todas están en
rojo, indicando un peligro ambiental alto. Por lo cual, cualquier político al
leer el informe debería desistir de permitir las obras”. Los principales
afectados serán los recursos hídricos, la flora y fauna autóctonas, y los
suelos. “La importancia ambiental de los impactos asociados a las acciones de
construcción sobre el suelo alcanza un valor negativo alto”, indica el informe.
No solamente se removerán tierras y arroyos para relleno, se crearían lagunas
artificiales, sino que se planeaba construir carreteras de acceso para los
vehículos.
Otro de los factores ambientales afectados es el agua. Los arroyos de la zona ya han sido castigados por la contaminación
que producen las industrias automotrices y alimenticias. A pocos metros del
Bachillerato donde el Ingeniero Gimenez da clases, el Arroyo Las Tunas despide
un olor difícil de respirar. Como en otras industrias, en la construcción de
grandes superficies, la peor parte se la llevan los recursos hídricos
abundantes en la zona, como los humedales y arroyos que surcan estas tierras. Los
humedales son los que mantienen el equilibrio del ecosistema isleño,
permitiendo desarrollarse a la flora y fauna de la zona, de la cual no sólo
dependen las actividades económicas y el turismo, sino también la salud y alimento
de los isleños.
El Delta cuenta con
filtros naturales que conservan la pureza de las aguas y mantienen el
equilibrio vital para flora y fauna. En caso de afectarse, empeoraría la
contaminación del agua que ya es preocupante en las poblaciones cercanas,
informa Eduardo Gimenez. El informe del
que es coautor indica que el proyecto Colony Park “se halla emplazado en la
ribera del arroyo Canal de Vinculación y Río Luján, lo que implica que se deba
evitar la realización de acciones en sus cercanías, acciones que en forma
directa o indirecta puedan afectar por contaminación”.
Por lo pronto, las
consecuencias del inicio de las obras en la isla ya son comprobables en el
arroyo Anguilas. “Se cambió el curso del río –cuenta Sofía- y el arroyo
Anguilas no es más como era, se ensanchó, se dragó”. El aumento de la
profundidad del arroyo se debe a que se utilizan sus sedimentos para rellenar
las tierras de la costa y hacerlas menos inundables. “A partir de la
construcción de Nordelta- también en Tigre- el countrie más grande del país, se cambió el régimen de zonificación
y se permitió este procedimiento de relleno de tierras. Con ese antecedente,
las construcciones que vinieron después hicieron lo mismo”. Como consecuencia,
los barrios lindantes, de menor poder adquisitivo y mayor densidad poblacional,
se tornan más inundables, gracias al desnivel del suelo.
Con el mismo
objetivo de hacer productivas tierras inundables se colocan murallas o
terraplenes. De esta manera, se modifica el funcionamiento natural del río, ya
que en vez de amenguarse su impulso en las orillas por acción de los abundantes
juncos, el agua choca contra los terraplenes. Esto dificulta la navegación con
embarcaciones pequeñas y medianas: el tipo de embarcaciones que usan los isleños,
actuales habitantes de la isla. Los destinados a perder en esta ecuación, diría
Eduardo a sus alumnos de matemática.
En
defensa del Delta
Sofía Astelarra, quien
participó de las actividades de la
Asamblea, explica que la lucha contra Colony Park llevó casi
cuatro años. Hasta que se consiguió la paralización de las obras, estas
continuaron y las consecuencias ya se aprecian. “El conflicto viene desde el año
2008 pero mientras tanto, siguieron avanzando con las obras, con consecuencias
inconmensurables que tomará años en recuperarse", lamenta Sofía. La Asamblea realizó
múltiples acciones contra el proyecto: solían reunirse en la estación de tren
todos los domingos, discutían los pasos a seguir y difundían el conflicto: “Después
de la asamblea poníamos proyecciones para contar lo que estaba pasando en el
Anguilas, porque varios grupos hicieron videos documentales sobre el arroyo y
sobre Punta Querandí, un espacio arqueológico amenazado también por la
construcción de un countrie y hasta se
hizo una caravana por el río”.
Pero el hecho
decisivo fue la Audiencia
Pública del 1 de Julio de 2011, en la cual consiguieron que la Municipalidad de
Tigre y el Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable (OPDS) escucharan sus
reclamos. “En realidad, la
Audiencia Pública es una cuestión normativa que estaba
prevista en la legislación pero nunca se hacía porque nadie la pedía”, dice
Sofía. La polémica que desató Colony Park, llevó a que la OPDS solicitara esta
instancia. De ella, participaron tanto funcionarios -de ese organismo y del
Municipio de Tigre, San Isidro y San Fernando - como vecinos, especialistas en
Medio Ambiente y organizaciones ecologistas, quienes se pronunciaron contra el
proyecto. La empresa COLONY PARK SA envío como representante a la Bióloga Laura
Janeiro, quien había firmado el Informe de Impacto Ambiental que presentó la
compañía para solicitar el permiso de edificación. Al cabo de 8 horas de deliberación,
este informe fue denegado por la Dirección Provincial de Recursos Naturales, amparándose en la Ley 11723. Luego de esta
audiencia, el Intendente Sergio Massa presentó un recurso de amparo para
suspender este tipo de obras hasta tanto no se reglamente el Plan de Manejo
Ambiental del Delta. Actualmente este tipo de construcciones están suspendidas
y los asambleístas se muestran conformes ¿Victoria o tregua? El tiempo lo dirá.
UNA BICOCA
Las tierras en donde se edificaría el barrio
Privado Colony Park fueron adquiridas en los años 90. Los vecinos afirman que
el costo de las 360 hectáreas fueron 30000 pesos de aquel entonces. Tanto Sofía
y Eduardo, como las fuentes periodísticas consultadas confirman esa versión.
Aun haciendo la conversión a dólares, por la convertibilidad que regía en ese
entonces, se trata de un precio inferior a lo que hoy cuesta un departamento de
dos ambientes en la Ciudad de Buenos Aires. Lo más grave es que se trataba de
tierras fiscales, por lo cual no deberían haber sido vendidas, lo cual hace
dudosa la legalidad de esa adquisición, más cuando esas tierras estaban
habitadas.
“En los 90 esa tierra no valía nada. Ahora
comprar en el Tigre te sale caro porque se valorizó, pero a partir del 2000”,
explica Sofía. No recuerda bien a cuanto se ofrecían los lotes del Colony Park,
que hoy indica tener un 72% de lotes vendidos, pero si está convencida de que
eran precios irrisorios en relación al costo que tuvieron esas hectáreas, compradas
a sólo $83 pesos/ dólares por hectárea. Un negocio redondo, pero irregular, como
una isla.
AGUA QUE HAS DE BEBER
Eduardo Gimenez está realizando su tesis de
Maestría en Ingeniería Ambiental sobre la contaminación del agua en el Partido
de Tigre. Se trata de un extenso informe del estado de los arroyos que surcan
los barrios, como Las Tunas y zonas adyacentes a General Pacheco. Los arroyos que
circulan por las localidades son afectados no solamente por las grandes
construcciones sino que han sido castigados por las industrias automotriz y
alimenticia presentes en la zona. Ford, Volkswagen y Suchard son algunas de las
fábricas que arrojan sus contaminantes en el Delta. Sin embargo, lo que agrava
la contaminación es la gran cantidad de agua que consumen estas fábricas, lo
cual genera un “efecto bomba, una presión que altera el nivel piezométrico lo
que provoca el cambio de curso de los ríos y arroyos. Esto hace que los
contaminantes vayan hacia las poblaciones, en vez de alejarse de los centros
poblados. Este barrio, donde Eduardo da clases, se encuentra en la periferia
del barrio privado Nordelta, uno de los primeros instalados en la zona, y que
sentó precedente para las actuales construcciones.