lunes, 24 de mayo de 2010

La reapertura del Teatro Colón

El país de la “La alfombra roja”

Ver la reapertura del Teatro Colon es ver la puerta de un edificio por donde van pasando los privilegiados que pueden entrar: Susana Gimenez, Mirtha Legrand, Ricardo Fort, Valeria Mazza, los periodistas de Clarín invitados de gala y el vicepresidente Julio Cobos. El centro del espectáculo pasa por las celebrieties y el culto al edificio, su lujo, sus hermosos materiales traídos de Europa. La opulencia importada en el centro de la escena y en vísperas del bicentenario de mayo.

Valeria Mazza tiene talento para las frases patrióticas: “El país es adorado por los extranjeros cuando vienen acá.”

Magdalena puede recordar, a instancias de Catalina Drugui, lo que significa para ella ir al teatro Colón. La gran mayoría de los argentinos no podría contestar la pregunta de Catalina porque simplemente no conocen lo que es ir al Colón ni lo que significa. Por una simple razón, no pueden pagar el vestido que hoy lleva puesto la célebre periodista, experta en ceremonial y protocolo desde sus inicios en la cobertura oficial de los viajes diplomáticos del dictador Videla.

“En el Colón se juntan todos. Modelos políticos, modelos de poder, modelos del espectáculo” filosofa Catalina con una definición de ciudadano más escueta que la de los griegos en la edad antigua. ¿Estará Mariano Grondona para felicitarla? Seguro que sí.

Ojo, Fort aclara que no está ahí por haberse hecho famoso en los programas de chimentos las tres de la tarde. “Mi familia siempre tuvo plata, es una familia de cultura, siempre tuvimos palco en el Colón”. No hace falta que aclares, Fort, destilás cultura por los poros. O plata, por lo menos.

En el Colón se escenifica el país para unos pocos. Adentro, la elite podrá disfrutar del espectáculo en vivo y en directo, y del paño aterciopelado de las butacas rojas, de los mármoles y el oro del Salón Dorado que presenta Maximiliano Guerra en 3D para que el pueblo lo viva lo más parecido que pueda a lo real. Adentro, la elite unos pocos privilegiados lo verán en directo. “Me encanta estar acá, es un privilegio”, dice Susana. Pero como el privilegio se define por la escasez, todos no podemos ser Susana. Quienes se sientan convocados como pueblo por el país de los Macri y los Rodriguez Larreta van a tener que estar afuera, viendo por pantalla gigante lo que pase adentro, esperando que se derramen las ganancias culturales de la cúpula del teatro en su versión LCD.

Si elige quedarse en casa, ver la reinauguración del Colon le será posible solo por Canal 13, al menos por dentro. Quien quiera transmitirlo, o mejor dicho, retransmitir las imágenes producidas por el 13, según aclara la letra chica del mismo canal, debía solicitarlo al Grupo Clarín con antelación. Macri no pierde oportunidad de hacer negocios de todo tipo, económicos y políticos, y el grupo no se queda atrás. Los periodistas de los grandes medios hacen de reporteros o invitados, según su escala de importancia en el medio, porque para todos hay jerarquías en el país de la alfombra roja. Es un símbolo de status para María Laura Santillán asistir con vestido largo y sin micrófono a la gala. Llegó lejos, María Laura,la abanderada de las causas comunes.

Por suerte hay otra patria menos elitista en la 9 de Julio, la patria del espectáculo al aire libre, con sus contradicciones, sus miserias, una patria que nos promete ser protagonistas a través del recital, el futbol y el cine. Una patria que se reconoce en Evita, el Che Guevara, San Martin o Leon Gieco. En ella no necesitamos ser tocados por la varita mágica, que se convierta la calabaza en un lujoso carruaje y asistir a la función de prestado, como Cenicientas.