martes, 28 de junio de 2011

76 años de FORJA

29 de junio de 1935- 29 de junio de 2011

76 años forjando un destino


Hace 76 años, un 29 de junio de 1935, nacía la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA). Se trataba de un grupo de radicales disconformes con la línea elitista y oligárquica que estaba adquiriendo el radicalismo bajo la dirección de Marcelo T. de Alvear. Joven ella misma, la breve vida de sólo diez años de esta agrupación, que se integra al peronismo en 1945, nos ha dejado una invalorable producción teórica rubricada con los mejores nombres del pensamiento nacional: Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Homero Manzi, Manuel Ortiz Pereyra, Juan B. Fleitas, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo, entre otros. Por su riqueza y compromiso merece sin dudas ser rescatada en forma más completa y extensa. Este pretende ser solamente un (auto)recordatorio a tomar esa tarea.

Cuenta la leyenda que cuando Hipólito Yrigoyen pasó de la Isla Martín García a estar confinado en su casa, comenzó a recibir la visita de un grupo de jóvenes, entre ellos los del Movimiento de Continuidad Jurídica que fue el antecedente de FORJA. El mismo estaba formado por Arturo Jauretche , Juan B. Fleitas, Manuel Ortiz Pereyra, Félix Ramírez García y Homero Manzi.

El nombre del agrupamiento surge de la frase de Hipólito Yrigoyen “Todo taller de forja parece un mundo que se derrumba”. Su primer declaración, de la que hoy se cumplen 76 años, tuvo un marcado carácter antiimperialista y llevaba por título la siguiente frase: “Somos una Argentina Colonial: queremos ser una Argentina Libre”.

Ruptura

Lo que decide a los jóvenes forjistas a separarse del Partido Radical es el abandono por parte de este, controlado por Alvear y los antipersonalistas, de la política de intransigencia- denuncia y abstención- frente a las elecciones controladas por los militares. Los mecanismos fraudulentos caracterizan el régimen político de la época. Estos mecanismos y los negociados que acompañaron las relaciones con las potencias extranjeras, en especial Gran Bretaña, le valieron a los años 30 el mote de “década infame”, tal como fue bautizada por el periodista tucumano José Luis Torres el periodo inaugurado con el golpe de estado del 6 de septiembre de 1930. Durante la primera mitad de la década infame, el radicalismo permaneció proscripto. Sin embargo, cuando en 1935 el régimen conservador decide levantar la proscripción del Partido Radical, el ala alvearista se presta solícita al juego. El asesinato de Enzo Bodabehere en el Congreso Nacional, por denunciar el pacto Roca – Runciman, conmueve también las conciencias nacionales de los fundadores de FORJA y los decide a la ruptura con un Partido Radical que no combate al régimen militar imperante, sino que decide participar de él.


Reconstrucción

Los formadores de la nueva fuerza pretendían reivindicar una tradición democrática y popular de un Yirigoyenismo que ellos reconstruyen de manera formidable. No es que esta tradición no tuviera asidero alguno en la realidad histórica, sino que, como toda lectura política, se trató de una reconstrucción parcial. Requirió echar mano de ciertos olvidos – la semana trágica, la Patagonia Rebelde- y puso de relieve legados que los jóvenes radicales hicieron propios: la lucha por la ampliación del sufragio, y la política de nacionalización del petróleo, como los puntos más altos del radicalismo de Irigoyen que se propusieron rescatar. Como el “peronismo de Perón”, el forjista es reivindicado como un “radicalismo de Irigoyen”, que intenta volver a las fuentes. Sn embargo, poco importa cuánto habla del verdadero Yrigoyen la versión de FORJA. Lo que importa es cómo habla de Forja esta versión del radicalismo.


Transformación

Lo que distingue a esta agrupación de tendencia popular es su coherencia con los ideales democráticos y nacionalistas, más allá de las banderas políticas y las adscripciones automáticas. La experiencia de FORJA demuestra que la lealtad debe ser a los ideales y no a los escudos partidarios cubiertos de polvo, muchas veces traicionados. Lo que no cambia perece, es su forma de cambiar.

En 1945, los políticos e intelectuales reunidos en FORJA deciden disolver la agrupación dentro del movimiento peronista. La declaración del 15 de diciembre de 1945, tras mostrar su solidaridad con las jornadas de octubre, anuncia: “Que el pensamiento y las finalidades perseguidas al crearse F.O.R.J.A. están cumplidos al definirse un movimiento popular en condiciones políticas y sociales que son la expresión colectiva de una voluntad nacional de realización cuya carencia de sostén político motivó la formación de F.O.R.J.A. ante su abandono por el radicalismo.”

La obra

La producción teórica de los forjistas pasó por el ensayo político, el periodismo y la historia, pero no desdeñó terrenos como la música popular, la poesía y el tango, donde Homero Manzi llevó la posta. Entre los temas de denuncia, se puso énfasis tanto en la estructura económica dependiente del país, como en la superestructura cultural e ideológica que permitía la continuidad de ese estado de cosas. En este punto se concentró la obra de Arturo Jauretche, con su denuncia a los intelectuales educados por, para y en Europa, y con la crítica a las “zonzeras” difundidas por la cultura dominante y adoptadas por la mayor parte de la clase media antiperonista. La denuncia de la dominación británica fue magistralmente plasmada por la obra de Raúl Scalabrini Ortiz, especialmente en sus trabajos “Historia de los ferrocarriles argentinos” y “Política británica en el Río de la Plata”.


Por qué Canning debe llamarse Scalabrini Ortiz

En una muestra de que “es importante desde un niño hasta el largo de un vestido”, la disputa por el nombre de la calle del barrio de Villa Crespo que une Warnes con Figueroa Alcorta, encierra un profundo sentido ideológico. Ante la inauguración de un monumento a George Canning, FORJA denuncia mediante un volante que el homenajeado diplomático inglés había escrito en 1824: "La América Española es libre, y si nosotros los ingleses manejamos nuestros negocios con habilidad, ella será inglesa”. Cien años después, dicen en el volante fechado en 1937, los objetivos de Canning habían sido cumplidos y sobrepasados: los ferrocarriles, las empresas monopolizadoras del comercio exterior, los medios de comunicación, las mejores tierras de la Patagonia, las Islas Malvinas, en suma, todos los resortes económicos y políticos del país estaban en manos inglesas.

La calle que hoy recuerda al historiador argentino Raúl Scalabrini Ortiz, miembro de FORJA, cambió de nombre con los vaivenes políticos argentinos. Perseguida por las denominaciones cipayos desde sus orígenes, en 1867 fue bautizada como El Camino del Ministro Inglés, porque el diplomático británico Henry Southern la utilizaba para ir y venir al centro desde la quinta en la que vivía con su familia. Siguiendo con su mala racha, en 1893 una ordenanza le cambió por primera vez el nombre para bautizarla como George Canning, ministro de Relaciones Exteriores británico con la excusa de haber sido quien gestionó el reconocimiento formal de la Independencia argentina. En 1974, tras el regreso de Perón, la calle pasó a llamarse sugestivamente Raúl Scalabrini Ortiz, quien, como vimos, tuvo como uno de sus tópicos la denuncia del imperialismo inglés. El nuevo nombre duró lo que la corta primavera democrática, ya que tras el golpe de Estado la calle volvió a su denominación pro inglesa. Finalmente, dos años después del regreso de la democracia, volvió a denominarse con el nombre del escritor nacionalista, nombre que mantiene hasta el momento. Por el bien de todos, esperemos que le dure. Porque hasta en el nombre de una calle se refleja la suerte de una nación.